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Alexandra David-Neel, el viaje prohibido a Lhasa

Eran los años veinte del siglo pasado. Cerca de #Lhasa hace su aparición un personaje curioso, de cabello pintado de un negro llamativo —teñido, tal vez, con tinta china— y de piel oscurecida artificialmente, vestida a la usanza de los mendigos de la zona. Camina de forma sosegada acompañada por un joven delgado, su fiel sirviente. Desde aquella vez que, no hace muchos años atrás, la vio en su aldea, no se despegó de ella, con sus modos educados y su forma de desenvolverse fue su objeto de admiración por el resto de su vida.

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Alexandra David-Neel protagonizó el gran viaje prohibido a Lhasa

Este personaje buscaba pasar desapercibido, trataba de no llamar la atención, junto a su acompañante adolescente.

Al iniciar esta aventura no pensaba tardar más de noventa días en concluirla, pero llevaba ya cerca de tres años. Sus cálculos habían fallado, pero estaba convencida de que no claudicaría hasta cumplir su objetivo: a eso se exponía al ser pionera en efectuar la ruta para llegar a esa ciudad situada en la meseta tibetana, Lhasa, su sueño añorado.


Mientras caminaba recordaba sus orígenes y el país en el que nació, Francia. Su nombre era Louise Eugénie Alexandrine Marie David, para ella este era un apelativo demasiado largo, por eso se buscó un pseudónimo a su medida, Alexandra David-Neel, le resultaba más cómodo y sonaba menos burgués. Durante toda su vida mostró un espíritu transgresor, fue este el que la llevo a viajar a la India, quedando fascinada por este país, sin embargo, cuando el dinero se acabó, tuvo que regresar a casa. Desde joven se decidió a ser escritora, además de ser una gran humanista, dentro de su forma de ser englobaba diversas actividades, era: periodista, cantante de ópera, exploradora y practicaba el budismo. Esto último fue lo que marcó de forma más profunda su personalidad, desde la primera vez que viajó a la #India, en el siglo XIX, su camino hacía el misticismo se inició. Pasaron varios años hasta decidirse a dejarlo todo de forma definitiva, llegó el día en el que todo su mundo dejó de satisfacerla, tomó la determinación de cambiar de aires y decidió poner rumbo a #Ceilán, actual Sri Lanka; sin embargo, aquel año 1911, estaba algo lejano, era pasado, un simple recuerdo, un punto de partida, no se arrepentía, estaba convencida de que fue su mejor decisión.


Durante mucho tiempo recorrió diversos lugares, hasta que se decidió por un reto a la altura de su ambición aventurera, conocer la ciudad prohibida de Lhasa, para ello ideó una trama que, según sus expectativas, la conducirían a su destino. En un primer intento llamó la atención de la guardia fronteriza por los equipos que llevaba, fue en ese momento cuando se dio cuenta que de esa manera sería imposible realizar aquel viaje, por eso cambió de plan, ella se disfrazaría, para poder llegar, y evitar, si era posible, los inconvenientes pasados.

El camino era escarpado, los bandidos atacaban, el tiempo era malo, el territorio no se parecía en nada a suelo europeo, a veces las fuerzas flaqueaban, pero no podía dejarse vencer, se volvió más cuidadosa, era la única manera de poder llegar al destino. El clima seguía siendo duro, pero no mellaba su valentía, le hacía perder la noción del tiempo, otros en su lugar se desanimarían y dejarían sin concluir aquella experiencia, preferirían volver a un lugar más seguro, no exponerse a lo desconocido. Sus ganas de llegar a esa mágica ciudad tibetana iban creciendo, tenía la seguridad de estar en el camino correcto.

Conforme se iban acercando, comenzaron a divisar una gran mole de piedra, al inicio no lo reconocieron, pero al poder contemplarlo más claramente notaron que se trataba del Palacio de Potala, la residencia del Dalai Lama. Esa gran construcción que guardaba grandes misterios en su interior, lugar de peregrinaje y retiro espiritual.

La alegría que los invadió era indescriptible, era el fin de su viaje, el punto y aparte de incesantes sinsabores. En ese momento Alexandra no pensaba en el gran logró que había alcanzado, ser la primera mujer en visitar aquel lugar sagrado, tampoco le pasaba por la cabeza la celebridad que alcanzaría su nombre, tanto en su país de origen como en el resto del mundo. No pensaba en lo aclamados que serían sus escritos. Solamente tenía en mente recorrer aquellos parajes, visitar aquella gran construcción, descubrir el porqué de tantas historias escritas alrededor de aquel lugar, sentirse parte de lo prohibido.


Después de imaginárselo durante muchos años, ese viaje de descubrimiento personal, se había hecho realidad. Junto a ella, su fiel acompañante, Yongden, guía y traductor, testigo también de aquel momento histórico.


Si quieres conocer más sobre esta historia y el viaje a Lhasa, no dudes en contactar aquí, o bien consultar nuestros recorridos por Lhasa en el apartado de .

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